¡Queridos parroquianos!
Quiero compartir con ustedes esta reflexión:
Pobre Marta. Se queja ante Jesús de que su hermana la ha dejado con todos los quehaceres del hogar. Ustedes, padres y madres, personas que cuidan de un enfermo, trabajadores de restaurantes; ustedes saben bien lo que es estar en un constante ir y venir. Cuantas más personas, más trabajo. En los tiempos de Jesús era inima-ginable que una mujer se sentara a escuchar como discípula, por eso la irritación de Marta es comprensible. Mas, Jesús le dice: “Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan” (Lucas 10:41). La opción que hace María de sentarse a los pies de Jesús demuestra que ella ve la importancia de escuchar a Jesús mientras todavía está entre ellas. Marta sabe quién es Jesús (Juan 11:27), pero se le olvida en medio de sus ocupaciones. Esto se parece a lo que hacemos nosotros, aun hoy en día cuando nos quejamos en la Misa: el coro estuvo muy alto, la homilía fue muy larga, los servidores del altar no demuestran respeto, la gente habla mucho antes de la Misa. Cuando tales detalles distraen nuestra atención nos convertimos en Martas. Estamos aquí para ser Marías, con nuestra atención puesta del todo en el Señor y nuestro corazón en una profunda acción de gracias.
